La firma estuvo a cargo de los diplomáticos Miguel Santa María, por México, y José María Calatrava, por España, con la representación de ambas naciones.
En el Artículo Segundo de este tratado se resalta que habrá total olvido de lo pasado, y una amnistía general y completa para todos los mexicanos y españoles, sin excepción alguna, que puedan hallarse expulsados, ausentes, desterrados, ocultos, o que por acaso estuvieren presos o confinados sin conocimiento de los gobiernos respectivos.
Este tratado se promulgó en 1838, 17 años después de consumada la Independencia de México.