“Debemos ir en la búsqueda de mayor igualdad para tener más democracia, que la democracia sea auténtica, verdadera y que siempre triunfe la justicia sobre el poder”, aseveró al participar este miércoles vía virtual en los trabajos de la Segunda Cumbre por la Democracia, convocada por su homólogo de Estados Unidos, Joe Biden.
El mandatario mexicano subrayó que muchos de los grandes crímenes contra la humanidad a lo largo de la historia “han sido cometidos en nombre de dios o en nombre de la democracia”.
El jefe del Ejecutivo lanzó varias preguntas ante sus pares –que previamente habían hablado de la guerra en Ucrania, el acceso a las tecnologías o la igualdad de género, por citar algunos temas— para regresar a la base aristotélica del concepto, a su significado original y verdadero: el poder del pueblo.
“¿Cómo hablar de democracia (en el mundo) si dominan las élites y no las mayorías? ¿Cómo hablar de democracia si no existe separación del poder económico y del poder político? ¿Cómo hablar de democracia si en los últimos tiempos se ha dado la concentración de la riqueza en pocas manos más ofensiva en la historia del mundo?”.
Y en esa línea, continuó: “La fortuna de una minoría ha aumentado sin límites, sin recato moral alguno, mientras hay mil millones de seres humanos que viven con menos de un dólar diario. Por eso tenemos que alejarnos cada vez más del cratos sin demos, del poder sin pueblo y asegurarnos que el propósito central del gobierno sea siempre buscar la felicidad del pueblo, gobierno del pueblo y para el pueblo”.
Lejos de esto, lamentó López Obrador, en los tiempos actuales existe aún “una mezcla de oligarquía y democracia, o una democracia simulada y mediatizada, es decir, en algunos países impera la oligarquía como fachada de democracia”.
Así, exhortó a los líderes mundiales que lo escucharon, entre ellos el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, a regresar a los principios fundacionales de muchas naciones que se asumen como democráticas, donde la felicidad de las personas es central para alcanzar la democracia.
“En 1776, la declaración de independencia de Estados Unidos planteó la búsqueda de la felicidad como uno de los derechos fundamentales de las personas, y estableció que garantizarlo era una de las funciones del gobierno; el articulo uno de la Constitución francesa de 1793 establece que el fin de la sociedad es la felicidad común; y el articulo 24 de la Constitución de Apatzingán de 1814 (en México) señala la felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos consiste en el goce de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad”.
López Obrador enfatizó que la íntegra conservación de estos derechos “es el objeto de la institución de los gobiernos y el único fin de las asociaciones políticas”.