El paro de 24 horas que también encabezan los sindicatos del metro de Buenos Aires y el gremio que agrupa a los conductores de taxis no era secundado por los choferes de autobuses urbanos que decidieron paralizar sus actividades el jueves.
Mientras la huelga transcurría dejando a miles de ciudadanos dependiendo de sus automóviles y autobuses para llegar al trabajo, organizaciones izquierdistas expresaban su respaldo con cortes de calles y ollas populares en Buenos Aires y otras ciudades en la llamada “Jornada nacional de lucha contra el hambre”.
El paro es seguido por sectores que en el último año han realizado por separado medidas similares en medio de la quita de subsidios estatales y la consiguiente suba de las tarifas del transporte, así como de la licuación de los ingresos de los trabajadores por la inflación. Aunque Milei ha logrado aplacar la suba de precios, la inflación acumulada de 101,6 por ciento en los primeros nueve meses del año ha roído el bolsillo de los argentinos golpeando su poder adquisitivo y su calidad de vida.
Los dos aeropuertos de Buenos Aires se encontraban casi vacíos a primera hora del día; decenas de miles de usuarios de Aerolíneas Argentinas están afectados por el paro de la Asociación Pilotos de Líneas Aéreas, uno de los gremios más combativos que exige aumentos salariales y está en contra de los planes oficiales de privatización de la aerolínea nacional.
Con el correr de las horas los pasajeros se agolpaban en las paradas de los autobuses de Buenos Aires y localidades cercanas buscando un medio alternativo al tren y al metro para trasladarse a sus trabajos.