“Italia forma parte plenamente de Europa y del mundo occidental”, afirmó con fuerza Meloni con el fin de tranquilizar a sus aliados europeos.
Tras subrayar que respetará las normas en vigor en materia presupuestaria, dijo que “no vamos a frenar o sabotear a la UE, sino hacerla más eficaz para dar una respuesta a las crisis”.
La líder de 45 años, quien el sábado juró como primera mujer que gobierna a Italia, ilustró su programa de Gobierno y abordó los asuntos más delicados a nivel de política internacional, lo que preocupa a sus aliados del Viejo Continente.
En su discurso de más de una hora, con tono seguro, pero también con alusiones personales, negó categóricamente toda “simpatía” o “cercanía” con el fascismo, al querer despejar las críticas sobre su militancia desde la juventud en los movimientos fundados por los herederos del fascismo.
“Nunca he tenido ninguna simpatía ni cercanía con regímenes antidemocráticos. Por ningún régimen, incluido el fascismo”, insistió.
Ante el parlamento, que deberá votar la confianza a su Ejecutivo, prometió que Italia seguirá siendo un socio confiable para la OTAN, que mantendrá su apoyo a Ucrania y su oposición a la agresión rusa.
Un punto delicado que suscita fricciones entre sus aliados de la coalición de derechas, en particular con el líder de la Liga, Matteo Salvini, y con el fundador de Forza Italia, el magnate Silvio Berlusconi, amigo personal del presidente ruso, Vladimir Putin.