“Este es un logro político. No todos los días Estados Unidos y Francia nos respaldan y brindan seguridad y garantías económicas para el acuerdo”, dijo el primer ministro de Israel, Yair Lapid.
Para Lapid, se trata de “un logro político” e indicó que no todos los días un “Estado enemigo” reconoce al Estado de Israel en un acuerdo escrito y esto, delante de toda la comunidad internacional.
Por su parte, el presidente Aoun respondió en una publicación que se trataba de un acuerdo puramente “técnico”, sin ninguna dimensión política ni consecuencias que contradigan la política exterior del Líbano.
Mientras tanto, el jefe del Hezbolá libanés, Hasan Nasralá, insistió también en que el pacto no era un tratado internacional ni un “reconocimiento de Israel”.
El visto bueno de la formación proiraní fue clave para la firma del convenio. Durante el verano, amenazó con atacar a Israel si recurriese a las reservas del campo de Karish -reivindicado parcialmente por Líbano- antes de cerrarse un acuerdo.
Pero hubo también divisiones en Israel, donde el jefe de la oposición, Benjamin Netanyahu, afirmó que el pacto tenía que ser votado en el Parlamento o en un referéndum, pero a mitades de octubre, el Tribunal Supremo desestimó varias apelaciones que pedían el apoyo parlamentario y allanó el camino para la firma del acuerdo.