El belgo-marroquí, conocido como el "hombre del sombrero" --que el 22 de marzo de 2016 renunció a hacerse estallar en el aeropuerto de Bruselas-- pidió poder hablar en el momento en que la presidenta de la corte aseguraba que este proceso no debía ser "una venganza de Estado".
"¡Hace siete años que sufro una venganza", lanzó Abrini.
Según él, las condiciones de traslado hacia el palacio de justicia son "lamentables", marcadas por los cacheos sin ropa, con los ojos vendados y "música satánica a todo volumen".
"Las cosas tienen que cambiar, si no me quedaré en silencio hasta el fin del proceso", advirtió el acusado, que en el juicio francés por los atentados del 13 de noviembre de 2015 había hablado mucho.
El 22 de marzo de 2016, dos yihadistas suicidas hicieron estallar explosivos en la sala de embarque del principal aeropuerto de Bruselas, en Zaventem. Simultáneamente un tercer yihadista hizo lo mismo en una estación del metro de la capital belga. En total, hubo 32 muertos y 340 heridos.
Estos atentados, reivindicados por el grupo Estado Islámico (EI), fueron perpetrados por la célula yihadista que ya había estado detrás de los ataques del 13 de noviembre de 2015 en París y el suburbio de Saint Denis, en los que murieron 130 personas.
Nueve hombres son juzgados, entre ellos Mohamed Abrini y el francés Salah Abdeslam, el único miembro todavía con vida de los comandos del 13 de noviembre y detenido en Bruselas cuatro días antes de los atentados de marzo de 2016. Un décimo acusado es juzgado en rebeldía, ya que se cree que murió en Siria.