La noche del 5 de abril fue sacado de la habitación de la embajada mexicana y se resistió, ante lo cual fue golpeado, prácticamente torturado. En dos ocasiones intentaron esposarlo, pero la resistencia de Glas, que mide alrededor de 1.80, provocó la reacción virulenta de los gendarmes, quienes le propinaron patadas y golpes de puño y metralleta en piernas y brazos. Sólo así pudieron doblegarlo y luego esposarlo.
Cuando consideraron que estaba ya inmovilizado, con la intención de filmarlo, como si estuviese en buenas condiciones, quisieron leerle sus derechos. Glas se desvanece, se cae, le piden que se levante, pero no podía por la paliza que me habían dado, se oye en una grabación que circuló en redes sociales desde la cuenta de su abogada Sonia Vera.
El asilo no me dio la libertad, pero me dio la dignidad de ser un perseguido político, agregó Glas.
Vera, en conversación con La Jornada, manifestó que lo vio muy mal, muy golpeado, en una condición física muy deteriorada y con el efecto todavía de la intoxicación intestinal por la ingestión de medicamentos.
En su cuenta de X, el ex presidente Rafael Correa corroboró ese hecho: Por fin sus hijos y sus abogados pudieron conectarse con Jorge Glas vía Zoom. Ha sido vejado y torturado. Actualmente está incomunicado y sin siquiera luz solar. Hemos confirmado que la emergencia médica fue intento de suicidio. No ha comido nada y se encuentra en huelga de hambre. Responsabilizamos a Daniel Noboa de la integridad física y emocional de Jorge. Le recuerdo a Noboa que claramente ha cometido el delito tipificado en el artículo 125 del Código Penal. En ese artículo se señala que la persona que, con ocasión y en desarrollo de conflicto armado, prive de libertad, detenga ilegalmente, deporte, traslade, demore o retarde la repatriación de la persona protegida será sancionada con pena privativa de libertad de 10 a 13 años.
Tras cinco días detenido, el ex vicepresidente pudo hablar casi 40 minutos por videollamada. Foto captura de pantalla
Los informes oficiales nunca señalaron esa situación. Dijeron que su mal estado de salud era producto de que no había querido comer. De hecho, algunas versiones indicaron que cuando ingresó al Hospital Militar de Guayaquil lo hizo ya en estado de coma. Cuando salió de esa condición fue trasladado al Hospital Naval, de la misma ciudad.
La abogada Vera confirmó que su situación de salud es muy delicada y que su determinación de no claudicar es firme, pero también la de no dejarse someter a nuevas torturas.
El testimonio de Glas se podrá escuchar de nuevo este jueves, en la audiencia de habeas corpus, que normalmente se realiza con la presencia física del afectado. Bajo ese relato, un juez podría anular la prisión a la que se encuentra ahora sometido si considera que no había causales ni motivos, menos aún sin los requerimientos mínimos de respeto a sus derechos humanos, enfatiza la abogada Vera.
Incluso, añade, si el juez determina que se violaron sus derechos humanos y lo pone en libertad, dada su condición de asilado político por parte del gobierno mexicano, Glas podría ser favorecido con el traslado a este país y acogerse a todos los beneficios de esa condición, además de su derecho de iniciar acciones legales contra sus victimarios.
Nacionalidad alemana
De hecho, ayer se reafirmó un dato poco conocido: Glas tiene también la nacionalidad alemana y por eso, desde que ya estuvo anteriormente detenido, las autoridades de Berlín han seguido de cerca su caso. Incluso ahora, cuando se despedía al personal diplomático de México, tras la invasión a la sede en Quito, los representantes de Alemania los acompañaron en el aeropuerto Mariscal Sucre.
Seguimos muy de cerca el caso del señor Glas e intentamos establecer contacto directo con las autoridades ecuatorianas, declaró un portavoz en respuesta a una pregunta del medio alemán Spiegel. Entre las tareas de las misiones alemanas en el extranjero figura también la de ocuparse de los ciudadanos alemanes encarcelados.
Y frente a todo esto, tanto las más altas autoridades del gobierno de Noboa como los voceros de la derecha ecuatoriana insisten en que Glas es un delicuente común y debe permanecer en la cárcel. Al menos así se pronunciaron la ministra de Gobierno, Mónica Placencia, y la canciller Gabriela Sonmerfeld durante su comparecencia en la Comisión de Asuntos Internacionales de la Asamblea Nacional. Para ellos, no tendría validez el asilo otorgado por México, pues éste país habría incurrido en una falta diplomática grave: inmiscuirse en los asuntos de otro Estado.