Poco más de ocho millones de dominicanos habilitados para votar decidirán qué candidato es el más adecuado para asumir las consecuencias de la crisis humanitaria en Haití, abordar la corrupción en el gobierno y controlar la inflación y la desigualdad en el principal destino turístico del Caribe.
Abinader, ex empresario y líder del Partido Revolucionario Moderno quien asumió a mediados de 2020 tras ganar las presidenciales de ese año, defendió su manejo de la crisis del COVID-19. Su postura de línea dura sobre Haití y su cruzada contra la corrupción le han ayudado a tener una fuerte ventaja sobre sus dos principales oponentes.
Leonel Fernández, quien gobernó en tres oportunidades (1996-200 y 2004-2012) y ahora postula por el partido progresista Fuerza del Pueblo, retrató a su oponente como débil en economía y criminalidad, mientras que Abel Martínez, del Partido de la Liberación Dominicana, pregonó sus éxitos como alcalde de Santiago, la segunda ciudad más grande del país.
Si ningún candidato obtiene más del 50 por ciento de los votos, se celebrará una segunda vuelta el 30 de junio. Abinader es el gran favorito de las encuestas y parece encaminado a imponerse en la primera ronda.
Abinader, de 56 años, es uno de los presidentes más populares de América Latina, con índices de aprobación de alrededor del 70 por ciento, según una encuesta de CID-Gallup de septiembre. Catapultó la importante industria turística de la isla a la recuperación en un tiempo récord, devolviendo a su país un crecimiento previsto del 5 por ciento del PIB en 2024, según cifras del Banco Mundial.
Pero los desafíos persisten. La delincuencia figura en las encuestas como un problema importante para los ciudadanos de la República Dominicana. A muchos les preocupa que los inmigrantes que llegan desde el vecino Haití puedan agravar aún más la situación de seguridad.
Y aunque la economía ha mejorado, los críticos de Abinader dicen que tiene trabajo que hacer para controlar la persistente inflación y la desigualdad que han dejado a muchos atrás.