El inesperado resultado de las elecciones anticipadas del pasado 7 de julio ha sumido a Francia en la incertidumbre justo antes de los Juegos Olímpicos de París, sin una vía clara hacia un gobierno estable capaz de aprobar leyes en un parlamento fragmentado.
Francia, uno de los pilares de la alianza militar de la OTAN y la segunda economía de la zona euro, parece abocada a un periodo de negociación prolongado que será negativo para la calificación crediticia del país, según advirtió Moody's.
El izquierdista Nuevo Frente Popular (NFP), que ha estado celebrando una serie de reuniones, afirmó que pretende gobernar según su programa de impuestos y gastos y que sólo necesita un poco de tiempo para organizarse. Su objetivo es llegar a un acuerdo a finales de esta semana o principios de la próxima.
"Hay países (a diferencia de Francia) que tienen una cultura de esto (formar gobierno sin mayoría) y tardan seis meses en formar gobierno", dijo a Reuters Boris Vallaud, legislador socialista cuyo nombre se baraja como posible primer ministro. "Estamos trabajando para encontrar los medios de cambiar la vida de los franceses (...) ¿Es sencillo? No. ¿Es necesario? Sí".
No obstante, los centristas leales al presidente Emmanuel Macron reclaman un papel, ya que argumentan que la izquierda carece de mayoría.
Los teléfonos no paraban de sonar, con algunas llamadas de centristas que intentan arrebatar a la izquierda mayoritaria suficientes legisladores para crear la base de un gobierno, dijeron fuentes políticas. "Nos estamos poniendo en contacto con gente de todas partes", dijo un legislador centrista.
Algo parece claro: los centristas no quieren a La Francia Insumisa (LFI), un partido de izquierda de línea dura, en ningún acuerdo de gobierno, pero están abiertos a aliados más moderados del NFP.