El epicentro del descontrol fue la puerta sudoeste de la casa de los Delfines de Miami de la NFL, donde simpatizantes de ambas selecciones, aunque en su mayoría cafeteros, intentaron filtrarse por la zona de acceso de los periodistas acreditados. Hubo avalanchas, gente agolpada temiendo por su vida, personas que desafiaron a los agentes de seguridad, desmayados y hombres detenidos con el rostro manchado de sangre. Muchos necesitaron de atención médica por los golpes de calor y el aplastamiento entre unos y otros, al no poder avanzar a las gradas tras horas esperando.
Adentro del estadio, la seguridad y organización de la Copa se puso en entredicho. Los jugadores salieron a calentar en dos ocasiones mientras las autoridades, que anunciaron un operativo de resguardo mucho más riguroso que el de otros partidos, abrieron paso a una multitud que entró a las corridas por los molinetes sin entradas oficiales. En videos difundidos en redes sociales se observan enfrentamientos, empujones, policías que activan armas eléctricas, así como hombres y mujeres ingresando por los conductos de aire acondicionado.
Fue inhumano, describió la madre de Alexis MacAllister, mediocampista de la Albiceleste. Tuvo que salir él del vestidor para hacernos entrar, porque estaba preocupado. En un primer comunicado, la Conmebol informó que el encuentro sólo tendría media hora de retraso, aunque finalmente fue una hora y 20 minutos. “¿Y aquí quieren hacer un Mundial? Tenemos tickets y no nos dejan entrar. Recibimos golpes, estamos hace cinco horas acá y nadie nos dice nada, se cagan de risa”, relataron seguidores colombianos y argentinos que se quedaron fuera.
Cuando las gradas se llenaron, el espectáculo organizado por el país anfitrión y la confederación sudamericana –con show incluido de la cantante Shakira al medio tiempo– fue puesto en marcha a la espera de la salida de los equipos al campo de juego. Las luces del estadio se encendieron y apagaron al compás de la música. Por esas horas, el departamento de policía del condado de Miami-Dade explicó que los incidentes fueron resultado del comportamiento revoltoso de los aficionados que intentaron acceder a las gradas. Se esperaba una asistencia de más de 65 mil personas, pero el número rebasó toda proporción, lo que contravino el reglamento FIFA de seguridad en los estadios.
Entre mi hermano y yo gastamos más de 20 mil dólares en un boleto y nos dejaron acá, compartió un usuario con entradas a las afueras del Hard Rock Stadium, mientras veía el juego en una pantalla. Ya con el silbatazo inicial, Argentina completó una trilogía que resume un proceso inigualable guiado por Lionel Messi y Ángel di María. Desde su último fracaso en el Mundial de Rusia 2018, la Albiceleste era un seleccionado sin rumbo que cargaba años de frustraciones. No había banderazos ni canciones en las tribunas. Ante el pesimismo generalizado, apareció un desconocido Lionel Scaloni, sin experiencia en clubes como entrenador, pero con la capacidad de transformar la angustia que vivían millones de aficionados.
Como lo hizo España entre 2008 y 2012, el cuadro argentino completó la triple corona al alzar su segundo torneo continental al hilo (2021 y 2024), además del campeonato del mundo en Qatar 2022. Lo que ocurrió en Miami, en medio del caos organizativo, fue la obra maestra de un grupo de solidarios jugadores que ha sido indestructible incluso en situaciones al límite. El partido tuvo un sabor especial por el adiós internacional de Di María.
A sus 36 años, era su último baile con la selección. La Pulga no pudo acompañarlo hasta el final por una lesión en el tobillo derecho, que lo obligó a salir a los 65 minutos envuelto en llanto. Pero luego, tras el gol de Lautaro Martínez (116), lo buscó y se fundió con él en un abrazo a modo de despedida al alzar su trofeo 16 en esta competencia.