Su caso es un ejemplo de la falta de medios y de programas de vida, como los llaman las asociaciones del tercer sector, para incoporar a la economía laboral a decenas de miles de migrantes que llegan cada año a territorio español, ya sea por vía marítima o aérea.
Este 2024 se prevé que se pulvericen todos los registros en la llegada de africanos por la costa; si se cumplen los pronósticos superará la barrera de 50 mil personas sólo en Islas Canarias, convertidas desde hace unos años en la ruta preferida.
España, junto con Grecia, Alemania, Italia y Francia, es uno de los países con mayor concentración de migrantes sin papeles en regla. El caso de España es uno de los más delicados, ya que buena parte de la entrada de migrantes se hace por vía marítima, por la peligrosa ruta canaria, que provoca cada año miles de muertes y naufragios. Y especialmente preocupante es la situación de más de 7 mil menores, muchos de los cuales quedan huérfanos durante la travesía y viven hacinados en los centros de acogida que hay en España, sobre todo en Islas Canarias, donde ya están al borde del colapso.
Desde que llegué a la isla del Hierro, después de un viaje de más de 10 días durante el cual murieron un primo y un amigo, sólo he recibido algunas ayudas del gobierno español. Los primeros meses me dieron un sitio para dormir y algo de comer, pero en ningún momento nos ayudaron ni a aprender el idioma o resolver nuestra situación legal para poder trabajar, contó Boubbakar.
Esa es buena parte de las críticas que las ONG hacen a la política migratoria en España, que no cuenta con programas ni planes específicos para ir incorporando al mercado laboral a los miles de migrantes que se van quedando en el país. Y eso que hay una necesidad apremiante de mano de obra en varios sectores; por ejemplo, en el de la construcción se necesitan alrededor de 800 mil trabajadores y en el campo, que tiene la peculiaridad de la temporalidad en el empleo, se necesitan más de 30 mil.
El caso de Boubbakar es similar al de miles de personas en su misma situación. Si no reciben el estatuto de asilado político, que se otorga en pocos casos, tienen que sobrevivir al menos tres años sin papeles, y, por lo tanto, sin la posibilidad de optar a un empleo formal. Así que deciden vender en la calle, casi siempre productos falsificados de grandes marcas. Una vez pasados los tres años, entonces ya pueden formalizar su petición de regularización argumentando arraigo social, el cual tienen que comprobar con documentos oficiales a lo largo de esos tres años, como citas con el médico o peticiones ante la admnistración.
Según un informe reciente del ministerio del Interior, en lo que va de 2024 han llegado a España de forma irregular 31 mil 155 personas, de las cuales 22 mil 304 lo han hecho a través de las costas canarias, en pequeñas embarcaciones de madera que suelen partir desde Mali, Senegal o Mauritania. Si se mantiene esta tendencia, tomando en cuenta que agosto, septiembre y octubre son los meses más activos de estas rutas, se calcula que llegaran a España más de 70 mil personas y sólo a las Islas Canarias más de 50 mil.
Fernando Clavijo, presidente autonómico de las Islas, va más allá y calcula que de aquí a fin de año llegarán a sus costas más de 70 mil personas, con lo que terminarán 2024 casi con 100 mil. Sólo la última semana, más de 700 migrantes llegaron a las Islas Canarias a bordo de varios cayucos con al menos una docena de menores.
A raíz de la crisis humanitaria, el presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, accedió a reunirse con el mandatario canario para abordar la situación, aprovechando que el gobernante ibérico eligió la isla de Lanzarote para sus vacaciones de 25 días. En la reunión, Sánchez anunció una ayuda extraordinaria de 50 millones de euros y confirmó que su viaje la próxima semana a Mauritania, Senegal y Gambia busca abordar esta situación y frenar la llegada masiva de cayucos a las costas.
Nosotros salimos de nuestro país porque pasamos hambre y queremos una vida mejor, pero es muy difícil lograrlo porque una vez que logramos llegar a Europa nos encontramos con muchas barreras para poder simplemente ponernos a trabajar, que es lo único que queremos, explicó Boubbakar.