Aunque este giro completo principalmente tiene el objetivo de atraer votos en el estado clave de Pensilvania, también le dio esperanza a la industria de combustibles fósiles y multimillonarios que ahora cabildean intensamente para intentar modificar y/o suavizar algunas de las posiciones del Partido Demócrata sobre diversos temas -desde ampliar la explotación de petróleo en Estados Unidos a imponer nuevos impuestos a los ultra ricos.
Este ciclo electoral está proyectado costar más de 7 mil millones de dólares, con más de mil millones de ese total donado sólo por unos 100 individuos. “Es demasiado temprano saber qué efecto tendrán estas mega donaciones tendrán sobre las políticas del próximo presidente, aunque las contribuciones de gran dinero han influido en los formadores de políticas en el pasado”, señala fríamente la revista Barron’s especializada en el sector financiero. “Mientras que Harris y [Donald] Trump se deleitan en resaltar el apoyo de donantes pequeños, es justo calificar a la eleccion de 2024 como una batalla de los multimillonarios [con fortunas mayores de mil millones]”.
El semanario de negocios, parte del grupo editorial del Wall Street Journal, ofreció una lista de esos ultraricos, incluyendo a los ejecutivos de Blackstone, Renaissance Technologies, los magnates de crypto-monedas Cameron y Tyler Winklevoss, y capitalistas especulativos Marc Andressen y Ben Horowitz entre otros apoyando al republicano Trump, “los demócratas tienen a sus propios multimillonarios” apoyando, De hecho, Barron’s calcula que los donantes más ricos podrían invertir hasta más de 10.8 mil millones en publicidad política durante esta elección.
“Investigaciones demuestran que las opiniones en política de multimillonarios sí tienen un impacto sobre cuáles políticas serán implementadas”, reporta Barron’s. Craig Holman de la organización de derechos del consumidor Public Citizen comentó a la revista que “los multimillonarios fundamentalmente están cambiando todo el ambiente político. Tienen mucha influencia y parecen estar solicitando favores específicos a cambio de su dinero”.
Los cabilderos no ocultan su misión. “Basado en lo que sabemos de sus posiciones en el pasado, los proyectos de ley que ha impulsado y sus declaraciones en el pasado donde había tomado una posición bastante agresiva contra la industria de energía, contra la industria de petroleo y gas”, explicó Anne Bradbury, directora del Consejo Americano de Exploración y Producción, en una entrevista con el Financial Times la semana pasada, el objetivo es cabildear a Harris para anular medidas implementadas por el presidente Joe Biden congelando la perforación petrolera y la construcción de más plantas de gas natural líquido.
Por cierto, la producción de petróleo y gas en Estados Unidos alcanzó niveles récord bajo el gobierno de Biden, y la propia Harris no se enfocó en el cambio climático durante la Convención Demócrata, todo lo cual preocupa al movimiento ambiental. Pero en su entrevista con CNN, Harris buscó explicar su nueva perspectiva sobre el tema, afirmando que sus cuatro años como vicepresidenta le han convencido que es posible crear nuevos empleos de energía limpia sin eliminar empleos generados por la continúa explotación de combustibles fósiles como es el caso del fracking. Harris está procediendo con “ambigüedad estratégica” en éste y otros temas, según algunos de sus asesores entrevistados por Reuters.
Harris argumenta que en la disputa sobre éste y otros temas en la contienda contra Trump -quien ha repetido que el cambio climático es “una farsa”- para los ambientalistas no hay duda sobre por quién votar y, de hecho, algunas de las organizaciones ambientalistas más grandes han anunciado que destinarán decenas de millones de dólares en apoyo a su campaña.
Sin embargo, el cabildeo más grande en torno a Harris es el impulsado por el gran empresariado y los ultraricos buscado convencer a Harris de abandonar algunas de las propuestas que su jefe, el presidente Biden, ha promovido sobre todo las medidas para incrementar los impuestos a ellos. Trump, cuando era presidente junto con el Congreso controlado por republicanos, promulgaron una serie de recortes masivos de impuestos a los ricos que caducarán en 2025 -el ex presidente ha prometido renovarlos si es electo, a pesar de que eso incrementaría el déficit federal por casi 5 billones.
Harris argumenta que en lugar de renovar esos recortes, propondrá incrementar los impuestos a empresas e individuos ricos y no elevar los impuestos a las familias con ingresos anuales menores a 400 mil dólares. La propuesta de la demócrata es blanco de un esfuerzo de intenso cabildeo de líderes empresariales durante este ciclo electoral.
Aunque en público la campaña de Harris asegura que ella está comprometida con su propuesta, en privado algunos de los donantes millonarios manifiestan su optimismo de que modificará su posición. “En mis interacciones con ellos [veo] que la clave es que ella se enfocará en sus valores pero no es una ideóloga en programas particulares”, comentó el multimillonario Mark Cuban en entrevista con el New York Times. “Según lo que me dicen, todo está sobre la mesa, aún no se ha decidido sobre nada”, algo en lo que otros ricos coinciden.
Además, su giro sobre temas como el fracking les ofrece esperanza a los empresarios. “Hay optimismo de que no es posible que [su propuesta fiscal] sea real”, declaró Anthony Levie ejecutivo en jefe de la empresa cibernética Box en entrevista con el Times.
Aunque mucho de lo que se cubre en los medios es sobre la extensa relación entre multimillonarios como Elon Musk y otros inversionistas especulativos, y Trump a veces oculta la realidad de que Harris también viene del norte de California, capital del capitalismo especulativo y de alta tecnología. De hecho, la campaña de Harris acaba de inaugurar una nueva agrupación llamada “capitalistas de riesgo por Harris”.
El ejercicio democrático es cada vez más caro.