La diabetes mellitus es una enfermedad crónico-degenerativa caracterizada por el aumento en los niveles de glucosa (azúcar) en la sangre y, en algunos casos, asociado a una deficiencia de insulina que afecta al corazón, ojos, riñones y sistema nervioso, informó el doctor Arquímedes Díaz Parra, Coordinador de Salud Pública del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Tlaxcala.
Destacó que, este padecimiento se relaciona principalmente con estilos de vida poco saludables (obesidad y/o sobrepeso; vida sedentaria, la falta de actividad física regular, alimentación rica en azúcares refinadas, grasas saturadas y sodio), así como por la predisposición por factores genéticos (padres o hermanos con el padecimiento).
“Casi siempre existe una condición médica anterior al padecimiento y es llamada prediabetes, que es una alerta o un semáforo en amarillo, que nos alerta cuando los índices de la glucosa en la sangre son mayores que los normales, pero aún no lo suficientemente altos como para diagnosticar diabetes”, la cual requiere adoptar ciertas medidas para evitar o retardar la llegada de la ésta, subrayó el especialista.
Esto puede ser detectado a través del Chequeo PrevenIMSS, y en este caso se deberán realizar otros estudios de gabinete para determinar el diagnóstico, y si estos resultados se repiten, se comprueba la prediabetes, y se deberán seguir las medidas necesarias para controlarla y evitar que se desarrolle la diabetes, la cual, es la etapa en que llegan muchos pacientes.
“Para prevenir la aparición de diabetes es importante: tener una alimentación alta en fibra, moderar el consumo de alimentos con alto contenido calórico o con exceso de carbohidratos, grasas saturadas y grasas trans, evitar bebidas azucaradas, realizar actividad física con regularidad, al menos 3 veces a la semana con duración de 30 minutos, mantener un peso saludable, evitar el consumo de alcohol y tabaco” precisó el coordinador.
Dijo que las personas deben estar atentas ante la presencia de infecciones recurrentes de las vías urinarias, de riñones y piel, heridas que tardan en sanar o cicatrizar más de lo normal, aumento de la sed y de las ganas de orinar, sobre todo nocturnos, fatiga o cansancio, visión borrosa.
Además de pérdida de peso sin motivo aparente, aumento del apetito, encías rojas e inflamadas, hormigueo o entumecimiento en las manos o pies, pérdida de sensibilidad, respiración rápida y profunda, enrojecimiento del rostro, náuseas y vómito, es imperativo acudir al servicio médico de la Unidad de Medicina Familiar (UMF) que te corresponde, para un diagnóstico oportuno.