Queremos frenar la curva de contagio y animar a los italianos que aún no se han vacunado a que lo hagan”, dijo el primer ministro Mario Draghi, durante el consejo de ministros que aprobó la medida.
“Intervenimos particularmente en los rangos de edad que presentan más riesgos de ser hospitalizados para reducir la presión hospitalaria y salvar vidas”, agregó.
La decisión del gobierno implica, en la práctica, una obligación de vacunarse para todos los mayores de 50 años, tanto los que no trabajen como los que laboran en los sectores público y privado.
El pasaporte de vacunación, conocido en Italia como “pase sanitario reforzado”, sólo puede obtenerse tras un ciclo completo de vacunación o tras haber pasado el COVID-19.
El comunicado del gobierno precisa que la medida entrará en vigor a partir del 15 de febrero.
Italia tiene 59 millones de habitantes, de los cuales 28 millones tienen más de 50 años, según el Instituto Nacional de Estadística.
Creo que la vacunación obligatoria debería extenderse a todo el mundo, o al menos a todos los adultos. Así que lo veo positivo”, dijo Emilio Santamaria, un empleado, el miércoles por la noche en una plaza del centro de Roma.
A partir del 10 de enero se pedirá un pase de vacunación para acceder a transportes, hoteles, terrazas de restaurantes, ferias, congresos, piscinas y salas de deporte, según decidió el gobierno el 29 de diciembre.
Hasta ahora, para tomar el tren o el avión, solo era necesario un pasaporte sanitario “básico”, que podía obtenerse tras vacunarse o presentar una prueba negativa.
El pasaporte de vacunación ya se exige a algunos sectores como el del personal sanitario o de las escuelas, y a las fuerzas del orden.
Como sus vecinos, los contagios están en fuerte aumento en Italia por la variante Ómicron. El miércoles, el país registró más de 189 mil contagios. El martes fueron más de 170 mil. En total, hay más de 1.4 millones de personas positivas en Italia actualmente.