"El racismo, una de las causas fundamentales de la disparidad en materia de salud, sigue siendo una amenaza grave para la salud pública que afecta directamente al bienestar de millones de estadounidenses", declaró Debra Houry, subdirectora en funciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), en una reunión informativa.
"El aumento desproporcionado de las tasas de mortalidad por sobredosis entre los negros y los indios americanos/nativos de Alaska puede deberse en parte a las desigualdades en materia de salud, como el acceso dispar al tratamiento del consumo de sustancias y los prejuicios en el tratamiento."
Según el informe de los CDC, el reciente aumento de las muertes se debe en gran medida al fentanilo y a los análogos del fentanilo (FMI) fabricados ilegalmente.
Antes de la pandemia, el índice de muertes por sobredosis era similar para afrodescendientes, nativos y blancos, con 27, 26 y 25 por cada 100 mil personas en 2019, respectivamente.
Pero la situación cambió radicalmente en 2020, cuando las cifras fueron de 39, 36 y 31 por cada 100 mil personas.
Aunque el aumento entre los blancos no fue tan grande como los otros dos casos, la nueva tasa representa un máximo histórico. Los resultados muestran que el porcentaje de muertes es casi siete veces superior entre los varones afrodescendientes de 65 años o más con respecto al de los blancos.
Los afrodescendientes de 15 a 24 años experimentaron el mayor aumento de la tasa, un 86 por ciento, en comparación con los cambios observados en otros grupos.
"Hubo un porcentaje sustancialmente menor de personas de grupos raciales y étnicos minoritarios que mostraron evidencias de haber recibido alguna vez tratamiento por consumo de sustancias, en comparación con los blancos", comentó el científico de salud de los CDC Mbabazi Kariisa durante la sesión informativa.
De hecho, la mayoría de las personas que murieron por sobredosis no mostraban signos de haber recibido tratamiento antes de su muerte. Las zonas con una mayor diferencia de ingresos entre ricos y pobres presentaron los índices de mortalidad más elevados.
Estar en situación de pobreza "puede llevar a la falta de una vivienda estable, de un transporte fiable y de un seguro médico, lo que dificulta aún más el acceso al tratamiento y a otros servicios de apoyo", señaló Kariisa.
En cuanto a las recomendaciones, Houry dijo que era vital concienciar sobre la letalidad de las drogas ilícitas, en particular el fentanilo, y animar a la población a hacer el tratamiento de naloxona.
El apoyo estructural, como la ayuda al transporte y el cuidado de los niños, puede mejorar el acceso a la atención y al tratamiento.
"Combinar las prácticas tradicionales culturalmente apropiadas, la espiritualidad y la religión con el tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias basado en la evidencia también ayuda a sensibilizar y reducir el estigma", afirmó la subdirectora en funciones de los CDC.
"Aunque hemos avanzado mucho en el tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias como enfermedades crónicas, en lugar de como fallos morales, todavía queda mucho trabajo por hacer, como garantizar que todas las personas que necesitan estos servicios puedan obtenerlos", concluyó Houry.