Están en juego los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 35 de las 100 curules del Senado, y las gubernaturas y otros puestos claves en 36 estados. Sin embargo, la gran mayoría de los escaños no están en riesgo de cambiar de ocupante o de partido, y por lo tanto un número reducido de contiendas definirán cuál partido controlará el Poder Legislativo. Por ahora, los demócratas controlan la cámara baja con una mayoría de 222 contra 213. Se requieren 218 escaños para lograr mayoría, por lo tanto, sólo necesitan cambiar de partido cinco escaños.
En el Senado, por ahora, se reparten 50 contra 50, y cuando las votaciones son empatadas, quien ocupa la vicepresidencia, en su papel de presidente del Senado, puede romperlas con su voto, en este caso, la demócrata Kamala Harris.
En las elecciones intermedias, el partido del presidente casi siempre sufre pérdidas y en vísperas de la elección las proyecciones indican que los republicanos conquistarán la mayoría de la cámara baja, pero el control del Senado es incierto (siempre vale recordar que las encuestas fracasaron de manera colosal en pronosticar en los comicios de 2016, donde todas indicaban el triunfo de la demócrata Hillary Clinton). No se puede descartar una sorpresa ante el pronóstico pesimista para los demócratas, sobre todo si hay una participación elevada de mujeres, jóvenes y parte del voto latino y afroestadunidense en esta elección.
A la vez, el conteo final y tal vez hasta el cálculo sobre qué partido logrará una mayoría legislativa no se sabrá el mismo día de la eleccion, tanto por algunas contiendas muy cerradas como por disputas judiciales y políticas que podrían surgir. De hecho, el proceso electoral ya comenzó hace días, y más de 40 millones de votos ya han sido emitidos de manera anticipada. Algunas disputas ya han estallado con republicanos registrando más de 100 quejas judiciales para descalificar miles de estas boletas emitidas de manera anticipada en tres estados claves: Michigan, Pensilvania y Wisconsin o para depurar las listas del padrón en Georgia, entre otras. Esa maniobras, denuncian críticos, está diseñada para suprimir el voto demócrata.
Pero esta elección no se limita a una contienda electoral tradicional, sino que está manchada con las secuelas del intento de un golpe de Estado impulsado por el entonces presidente Donald Trump para revertir su derrota después de las elecciones presidenciales hace dos años. La mayoría, casi 300, de los candidatos republicanos a puestos legislativos federales y varios estatales rechazan o cuestionan la legitimidad de la pasada elección, incluyendo algunos de los más prominentes en este ciclo electoral.
Mientras, las diputadas ultraderechistas Marjorie Taylor Greene y Lauren Boebert y Jim Jordan, entre otros, no ocultan su complicidad con el asalto armado al Capitolio del 6 de enero de 2021 como parte del intento de golpe de Estado para anular la elección presidencial, otros como el candidato a diputado federal por Georgia Mike Collins difunde anuncios de campaña donde declara, con un rifle de alta potencia en la mano, que desea ir a Washington a “componer” el sistema electoral después de que le fue robada la elección a Trump, y al final apunta, dispara y destruye una urna No es el único que glorifica las armas como “derecho sagrado” contra las fuerzas de la “izquierda radical” demócrata.
Y es que desde esa elección, republicanos derechistas han lanzado una campaña sistemática para literalmente tomar control de los mecanismos del voto al ocupar puestos como secretario de estado estatal y funcionarios locales que tienen a su cargo la administración de procesos electorales con el propósito de asegurar los resultados que desean, entre ellas subvertir las elecciones en preparación para la próxima elección federal, incluida la presidencial, en 2024.
Y hablando precisamente de 2024, el ex presidente Trump, quien viajó a varios estados en estos últimos días para apoyar a los republicanos leales a él, convocó a sus fanáticos a “aplastar a los comunistas” –aparentemente en referencia a los demócratas– y repitió que para salvar al país tal vez tendrá que volver a lanzarse a la Casa Blanca, anuncio que podría darse en cualquier momento.
Ocho senadores republicanos y 130 diputados federales intentaron subvertir los resultados de la última elección, y muchos de ellos ganarán su relección este martes, junto con nuevos colegas que comparten la “gran mentira” promovida por Trump. “Su presencia en el Congreso representa un peligro para la democracia”, concluye en su editorial prelectoral el New York Times.
En Carolina del Norte, los demócratas han organizado brigadas de abogados desplegados en las casillas para proteger la integridad del voto. “Estamos particularmente preocupados por hombres armados y otros esfuerzos para intimidar a los votantes”, comentó un abogado que participa en este esfuerzo en un pueblo rural en entrevista con La Jornada. “Tuve que considerar el uso de un chaleco antibalas”.
El veterano diputado federal afroestadunidense James Clyburn -centrista y clave en la elección de Biden– declaró que “la democracia estará llegando a su fin” si los demócratas pierden la elección intermedia. “He estudiado la historia toda mi vida. Enseñé historia. Y les digo que lo que veo aquí son paralelos a la historia de este mundo en los años 30 en Alemania”.
Desde la elección de Trump en 2016 hasta la fecha, y sobre todo tras la elección de 2020, las amenazas de violencia política han llegado a niveles sin precedente en tiempos modernos, con las agencias federales de seguridad nacional enviando una alerta a autoridades estatales y locales sobre el peligro de acciones poselectorales de “extremistas domésticos violentos”, sobre todo aquellos que cuestionan la legitimidad de la elección.
Y como para distraer un poco más de lo que verdaderamente está en juego en este país, una vez más llegaron los rusos. Los medios informaron que expertos han detectado iniciativas digitales para intervenir en el debate electoral estadunidense que se “sospechan” son manejadas por rusos. ¿Será que la amenaza a la democracia estadunidense proviene de Moscú, otra vez?
Por otro lado, el proceso democrático podría tener una cosecha positiva para algunos: si cinco estados más aprueban medidas de referendo en esta elección, la mariguana será legal en casi la mitad de los estados del país (19 entidades y la capital ya han legalizado el uso recreativo).