El director general de la OMS pasó por el puesto fronterizo de Bab al Hawa con Turquía, donde se registró el epicentro del terremoto, que dejó más de 50 mil muertos en ambos países.
El responsable visitó tres hospitales y un centro de acogida para los supervivientes de la tragedia, cerca de la frontera turca.
Tedros es el responsable de la ONU de mayor rango en visitar las regiones bajo control rebelde y yihadista desde el inicio de la guerra en Siria hace casi 12 años.
El sismo, que dejó en esta zona 4 mil 537 fallecidos, se suma "al sufrimiento inimaginable de las personas que tanto han soportado durante 12 años", dijo el funcionario en una rueda de prensa, enumerando el "hundimiento económico, la guerra, la pandemia de covid-19 y la actual epidemia de cólera".
"Los habitantes del noroeste de Siria necesitan ayuda de la comunidad internacional para superarlo y reconstruir" la región, añadió, instando a la comunidad internacional a movilizarse.
"Incluso antes del sismo, la necesidades aumentaban mientras la ayuda internacional disminuía", subrayó Tedros.
"No debemos cerrar los ojos o dar la espalda al pueblo sirio", insistió.
Una delegación de la ONU entró en esas zonas el 14 de febrero para evaluar la situación. Socorristas y activistas sociales han criticado la lentitud de la llegada de la ayuda internacional.
El jefe de la OMS visitó el 11 de febrero la ciudad de Alepo (norte), controlada por el gobierno sirio, en la primera visita de un alto funcionario de la ONU a Siria tras el terremoto.
Al día siguiente se reunió con el presidente sirio Bashar al Asad en Damasco.
Según cifras del gobierno sirio, mil 414 personas murieron por el sismo en las zonas bajo su control.
La guerra civil ha deteriorado la mayor parte de las infraestructuras sanitarias de Siria, en particular en las zonas rebeldes.
El conflicto, que empezó con la represión gubernamental de la Primavera Árabe en el país, ha provocado cerca de medio millón de muertos y varios millones de refugiados.