“Nuestro dron realizaba operaciones de rutina en el espacio aéreo internacional cuando fue interceptado y golpeado por un avión ruso, lo que resultó en un accidente y la pérdida total del MQ-9”, indicó James Hecker, comandante de la fuerza aérea de Estados Unidos en Europa, en un comunicado emitido desde Stuttgart, Alemania.
Varias veces antes de la colisión, los aviones de combate rusos arrojaron combustible sobre el dron, con la posible intención de taparle la visión o dañarlo; además, sobrevolaron en su parte frontal con maniobras inseguras, detalló el ejército estadunidense en el mismo comunicado. “Las acciones agresivas de las tripulaciones rusas podrían desembocar en errores de cálculo y en una escalada involuntaria”, agregó el ejército estadunidense.
Horas después, el vocero del Pentágono, general de brigada de la fuerza aérea, Pat Ryder, aseguró que el incidente ocurrió a las 7:03 sobre aguas internacionales, y muy lejos de Ucrania, después de que los cazas volaron cerca del dron durante 30 a 40 minutos. No parecía haber habido comunicación alguna entre las aeronaves antes de la colisión, añadió.
Destacó que “debido a los daños sufridos, nos vimos obligados a estrellarlo en el mar Negro”, y detalló que el avión no tripulado era básicamente imposible de pilotar tras el choque.
El MQ-9 es capaz de transportar municiones, pero Ryder no aclaró si estaba armado.
El ministerio ruso de Defensa indicó que el dron estadunidense volaba sobre el mar Negro, cerca de la península de Crimea, y se dirigía hacia la frontera rusa, con lo que violaría el régimen provisional del uso de este espacio aéreo impuesto por el Kremlin en relación con la “operación militar rusa” en Ucrania. Esto provocó que los cazas se apresuraran a interceptarlo.
“Como resultado de una maniobra brusca, un vehículo aéreo no tripulado realizó un vuelo sin control, perdió altura y cayó al agua”, precisó el ejército ruso.
Aseveró que sus naves “no utilizaron armas aerotransportadas, ni entraron en contacto con el dron y regresaron a salvo a su aeródromo de base”.
El cruce de acusaciones, que se sumó a las crecientes tensiones entre Estados Unidos y Rusia por la invasión a Ucrania, pareció marcar la primera vez desde el apogeo de la guerra fría que un avión estadunidense es derribado después de un encuentro con un avión de combate ruso.
Moscú ha reiterado su preocupación por los vuelos estadunidenses de recopilación de información de inteligencia cerca de la península de Crimea, anexionada en 2014 a la Federación Rusa.
John Kirby, vocero de la Casa Blanca, denunció la “temeridad” de los rusos, y señaló que, si bien ya habían interceptado drones estadunidenses en otras ocasiones, este incidente fue “único” porque acabó en la pérdida de un MQ-9 Reaper.
Confirmó que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, fue informado sobre el incidente por el asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan y que los funcionarios del Departamento de Estado hablarían directamente con sus pares rusos para de expresar “nuestra preocupación por esta maniobra insegura y poco profesional”.
El vocero del Departamento de Estado, Ned Price, denunció que se trata de una “flagrante violación del derecho internacional” e indicó que se convocó al embajador ruso en Washington, Anatoli Antónov, para presentar una protesta y que la embajadora estadunidense en Moscú, Lynne Tracy, hizo gestiones para emitir una condena.
Antónov afirmó que aunque Rusia considera el incidente como una “provocación”, no busca una confrontación directa con Estados Unidos.