Después de dos días de cumbre en el bucólico pueblo de montaña japonés de Karuizawa, los ministros de Relaciones Exteriores de estas economías punteras no presentaron nuevas medidas contra Moscú, pero prometieron responder a quienes ayuden a Rusia a evadir las sanciones impuestas o a adquirir armas.
Los ministros también mostraron su oposición a las "actividades de militarización" de Pekín en el mar de China Meridional y reiteraron su política sobre Taiwán.
La declaración generó una reacción furiosa de Pekín, que acusó a los ministros de "maliciosamente calumniar y difamar a China".
Los jefes diplomáticos del G7 también pidieron a Corea del Norte "abstenerse" de realizar nuevos lanzamientos de misiles o test nucleares.
Aunque Ucrania y los desafíos regionales dominaron la cumbre, los ministros abordaron otras problemáticas de la geopolítica internacional.
En medio de combates entre el ejército y grupos paramilitares en Sudán, los firmantes urgieron en su comunicado a "detener inmediatamente la violencia (…) y devolver el poder civil a Sudán".
También condenaron las crecientes restricciones impuestas contra las mujeres y las minorías por las autoridades talibanas en Afganistán, que describieron como "abusos sistemáticos".
El portavoz del gobierno talibán, Zabihullah Mujahid, respondió que "los países extranjeros no deben inmiscuirse en los asuntos internos de Afganistán", cuyos principios y leyes son asunto de los afganos.
Además pidieron la "revocación inmediata" de "decisiones inaceptables" de los talibanes, como la prohibición de que las mujeres trabajen con la ONU y en organizaciones no gubernamentales en Afganistán.