“Desde mayo hemos venido haciendo medidas de mitigación de uso de agua para tratar de garantizar el paso de los buques de una manera segura y eficiente”,
dijo Ilya Espino de Marotta, subadministradora del Canal de Panamá.
El embalse que permite el tránsito naviero del Atlántico al Pacífico y viceversa perdió ya una quinta parte de su nivel, de por sí bajo, con algo más de trece metros de profundidad.
Y es que, el sistema de esclusas se nutre de agua de lluvia y la falta de ella.
Obligó a restringir más el paso de grandes buques. De 38 a 24 unidades al día, lo que equivale a cinco mil 110 buques menos al año.
“Nos hemos visto forzados a bajar a 24 buques de un normal de 36 a 38, para poder garantizar ese calado de 44 pies y mantener ese número de buques hasta el final del verano”,
agregó.
La alteración climática provocada por el Fenómeno del Niño, que regula la temperatura global, ha causado mayores estragos de los previstos.
El problema ecológico se torna económico. El Canal de Panamá enfrentará pérdidas de entre 500 y 700 millones de dólares por el menor tránsito, sólo durante el presente año fiscal.
Para compensarlo, la administración del Canal aumentó los peajes, otorgando el paso a quien pague más.
“Para poder cumplir las metas presupuestarias, el hecho de que tenemos mecanismos de subastas que compensan la pérdida en peajes”,
señaló Ricaurte Vásquez, administrador del Canal de Panamá.
Una nueva fuente de agua para el Canal sería la solución y se exploran alternativas.
Aunque ese embalse también requerirá agua dulce, de lluvia.
“Una vez que se construya el embalse, hay que llenar el embalse. Si nos toca un año de la Purísima lo llenamos en tres meses. Si toca un año como este, posiblemente dos años y medio”,
concluyó Vásquez.
Se anticipa que la situación crítica del canal se extenderá al menos un año más.