“No permitamos que las hostilidades en curso continúen afectando gravemente a la población civil, ya de por sí extenuada, y principalmente a los niños. Cuánto sufrimiento vemos en sus ojos. Con su mirada nos preguntan: ¿por qué? ¿Por qué tanta muerte? ¿Por qué tanta destrucción?”, declaró el pontífice durante su bendición “Urbi et Orbi”.
El jesuita argentino, de 87 años, repasó los distintos conflictos que azotan el mundo y reiteró su llamado a la liberación de los rehenes israelíes y a un cese al fuego inmediato en Gaza, en momentos en los que se inicia una nueva ronda de negociaciones para una tregua entre Israel y Hamás.
También pidió un “intercambio general de todos los prisioneros entre Rusia y Ucrania”, en guerra desde febrero de 2022, cuando Moscú invadió la exrepública soviética.
“La guerra es siempre un absurdo y una derrota. No permitamos que los vientos de la guerra soplen cada vez más fuertes sobre Europa y sobre el Mediterráneo. Que no se ceda a la lógica de las armas y del rearme”, sentenció desde el balcón de la basílica de San Pedro.
Unos minutos antes, Francisco saludó y bendijo a los cerca de 60 mil fieles presentes en la plaza de San Pedro a bordo de su “papamóvil” y entre gritos de júbilo.
“¡Viva el papa!”, gritaron algunos peregrinos, con el celular en la mano y ondeando banderas junto a un importante dispositivo de seguridad.
Vestido de blanco, el jefe de la Iglesia católica llegó en silla de ruedas hasta el altar, decorado como cada año con una multitud de adornos florales.