Chacón es uno de los veteranos estrategas y analistas del movimiento de derechos civiles y políticos de los inmigrantes en Estados Unidos, alguien que conoce tanto el debate internacional y nacional como las luchas locales sobre el tema, y durante los últimos años ha sido director de Alianza Américas, red de organizaciones encabezadas por inmigrantes, y ofrece su evaluación de la coyuntura, en entrevista con La Jornada.
Cuando yo te decía de que el Partido Demócrata perdió la brújula desde la década de los años 70, y no ha logrado replantearla, un síntoma de ello es el tema migratorio. Ante una apuesta profundamente racista, xenofóbica, en contra de los mexicanos, y todos los que parecen mexicanos, promovida por la derecha durante las últimas decadas, el Partido Demócrata se queda cruzado de brazos.
Chacón sostiene que “el problema de los demócratas es que se han autoamarrado. Si revisas la evidencia económica, política, social, cultural, en cuanto al impacto de la migración en la sociedad estadunidense, tienes que ser un verdadero imbécil para no darte cuenta de que es ganancia neta en todos los campos… La migración se ha prestado todo el tiempo para ser transformada en un argumento ganador, para ser transformada en una narrativa positiva, de reafirmación de lo que incluso la Declaración de Independencia estadunidense daba para proponer. Pero no lo lograba. Es un caso de negligencia total”.
Chacón afirma: “creo que la razón por la cual el Partido Republicano, y hasta cierto punto los demócratas, han decidido ocupar el tema migratorio para mercadeo político y electoral, es porque, lamentablemente, es un tema que permite a las fuerzas más extremistas de la sociedad conjugar muchos otros prejuicios que siempre han estado presentes. Por ejemplo, el sentimiento de supremacía blanca, o sea, la ideología de supremacía… La xenofobia no es nada nuevo, ha estado presente desde que empezaron a llegar aquellos no anglosajones a las 13 colonias. El desprecio ante la gente no blanca, más allá de que no eran anglosajones, igual tiene larguísima trayectoria”.
Ahora, dice, “lo que tienes es una realidad donde vamos en camino a ser un país donde las mayorías van a ser un conjunto de minorías encabezado por los mexicanos. Esa es la mayoría de los extranjeros. Ahora, lo que se hace necesario ya en los últimos, yo diría cinco o 10 años, es refinar la apuesta hacia una versión estadunidense de apartheid” que incluye una reconfiguración de las fuerzas políticas ultraconservadoras.
A la vez, los demócratas adoptan también una lógica de contención a nivel internacional externalizando la política migratoria estadunidense hacia México, Centroamérica y otros países, algo que empezó con el gobierno de Barack Obama y Joe Biden.
Al preguntarle por la respuesta de grupos pro migrantes y de inmigrantes ante todo esto, Chacón indica: “tenemos un problema… el movimiento pro derechos de personas migrantes era un conjunto de fuerzas relativamente independientes de la dirección partidista. Esto fue algo que el Partido Demócrata detectó… y se dedicó a realinear al movimiento bajo un esquema que no desafiara al grupo político, básicamente. Entonces, en la práctica, lo que ha sucedido es que este movimiento, cuando se les pregunta: ¿Deberíamos protestar en contra del Partido Demócrata?, la primera pregunta no es: ¿Quiere eso la comunidad? No. La primera pregunta es: ¿Le conviene esto al partido? Y ahí está el problema de fondo”.
Ante esto, Chacón señala que tal vez los cambios no se verán primero a escala nacional, sino a nivel estatal y local, donde diversas coaliciones están logrando avanzar para cambiar las condiciones de vida de los inmigrantes.
Pero enfatiza que este problema de estancamiento político no es sólo en torno al tema migratorio, y que se debe entender la dinámica que lleva a esta coyuntura. Chacón señala que el Partido Demócrata realmente sucumbe y se convierte en una versión de más de lo mismo, como los republicanos, bajo el liderazgo de Bill Clinton, Barack Obama y Joe Biden, este último sólo ha sido una continuación de lo mismo. Y en la medida que Kamala Harris ha sido la vicepresidenta, pues también. Hay que estar clarísimo de eso, a pesar de que la realidad demanda un replanteamiento y exige la adopción de un nuevo rumbo. Y eso lo digo con base en los diferentes movimientos sociales que han surgido, no solamente lo histórico como el sector sindical, sino también el tema de la lucha por la igualdad de género, particularmente de las personas LGBT, las mujeres, la lucha por la reivindicación negra, especialmente vigorizada a partir de 2020. Pero que a pesar de ser movimientos vigorosos, de forma aislada, no logran plantear de manera contundente una reorientación del partido.
Trump y el descontento de la población blanca
Indica que aquí es donde hay que entender el surgimiento del neofascismo, el surgimiento de la agenda republicana, que se cristaliza con la campaña de Donald Trump de 2015-2016, que en esencia logró, de forma muy exitosa, recoger los descontentos, principalmente de la gente blanca, de poca educación, de vivencia rural, semirrural, que indudablemente son el mayor número de descontentos. Un poco lo que decía Stiglitz: la globalización y sus descontentos.
Chacón explica todo esto como la razón por la cual no espera grandes cambios ni en general o en particular sobre la política migratoria. Yo creo que ante la pregunta de si estamos en un momento de potenciales transformaciones, yo te diría que probablemente no. Yo he descrito el cambio, que se volvió imperativo de Biden a Harris, como quien te presentó un regalo, pero el regalo era horrible en términos de apariencia. O sea, con un papel feo, no tenía ni siquiera un moñito. Y ahora, tienes el mismo regalo, pero rempaquetado, con un papel muy llamativo y con múltiples decoraciones adicionales. Pero es el mismo regalo, nada ha cambiado.
De hecho, para Chacón el único momento de cambio potencial dentro de Partido Demóctata fue la campaña de Bernie Sanders en 2016. Bernie presentó al Partido Demócrata la verdadera posibilidad de replantear no sólo el discurso, sino también qué queremos. Por una apuesta más en la lógica de una socialdemocracia mucho más comprometida con reparar los daños causados por la concentración del poder económico.