El fuego amenazó modestas y exclusivas zonas residenciales y continúa dando trabajo a unos 2 mil bomberos, militares, policías, socorristas y civiles que unían esfuerzos para transportar las mangueras y raspaban el suelo en busca de focos.
Algunos vecinos usaban mascarillas para protegerse del humo y había varias aves de corral muertas, constataron periodistas de la AFP.
“Ayer esto era una locura, era un infierno (…) Esto es un desastre”, platicó a la AFP Rolando Marcillo, de 60 años, dueño de una carpintería en el barrio Bellavista, en el este de la ciudad. Allí, los vecinos gritaban desesperados pidiendo agua tras la reactivación de las llamas.
Los problemas “se nos han ido juntando. La (falta de) luz, pasable, aguantamos algo, pero esto es el colmo lo de los incendios”, agregó Marcillo.
Cortes de luz y precios se elevan
La llamada “crisis hídrica” ha llevado al Gobierno a declarar en alerta roja a 20 de las 24 provincias de Ecuador, que este año ya registra 3 mil 300 incendios forestales que dejaron 14 heridos y casi 800 personas afectadas, según la Secretaría de Riesgos.
La sequía desde hace tres meses ha reducido a mínimos históricos los embalses de las hidroeléctricas, que cubren un 70% de la demanda nacional, y obligó nuevamente a racionar la energía, esta vez de hasta 12 horas por día.
Por cada hora de corte de luz, Ecuador pierde 12 millones de dólares, según el sector empresarial.
A los apagones se suma la falta de agua potable y la especulación de precios, que están empezando a crecer por los trastornos que la sequía genera en la producción agrícola.
Unas 40 mil hectáreas de cultivos ya se han visto afectadas por la seca y el fuego, según el ministro de Agricultura, Danilo Palacios.