En comentarios que una experta sobre fascismo sugirió podrían ser un ensayo para acciones que el candidato presidencial republicano podría impulsar si llega a la Casa Blanca, Trump fue preguntado si tenía preocupaciones por ataques terroristas o por inmigrantes el día de las elecciones. “Creo que el problema más grande es el enemigo interno”, respondió en entrevista con Fox News el domingo. “Tenemos algunas gentes muy malas, tenemos a gente enferma: lunáticos de izquierda radical”. Ese “enemigo”, agregó, “debería ser muy fácilmente enfrentado, si es necesario, por la Guardia Nacional, o si es realmente necesario, por los militares, porque no pueden permitir que eso ocurra”.
Trump reiteró que ninguno de sus simpatizantes representan una amenaza a las elecciones libres e imparciales, a pesar de que la historia tiene otra versión; él incitó a sus seguidores a frenar el traslado pacífico del poder ejecutivo por primera vez en la historia del país en la elección que perdió en 2020. Al señalar a quienes representan esa “amenaza”, dijo que provenía de los demócratas como el candidato al senado Adam Schiff de California, quien como diputado encabezó el proceso de impeachment de Trump.
La candidata presidencial demócrata Kamala Harris condenó las declaraciones de Trump, comentando este lunes que ponían la libertad en riesgo en este país. A la vez, su campaña utilizó los comentarios sobre el “enemigo interno” para una nueva ronda de publicidad electoral.
Estos comentarios de Trump, explicó Ruth Ben-Ghiat, historiadora en la Universidad de Nueva York, podrían ser un adelanto de lo que el republicano podría intentar si gana la elección. “Realmente está ensayando, en un sentido, lo que podría hacer como jefe de Estado, lo mismo que Orban, Modi, Putin han hecho por largo tiempo”, comentó en entrevista con NBC News al comparar a Trump con los mandatarios de Hungría, India y Rusia. “Esto sale del libro de jugadas autocrático. Al consolidar su poder, todo lo que amenaza su poder, revela su corrupción, o difunde información que los daña de alguna manera se vuelve ilegal”, agregó.
Estas advertencias no resultan sorprendentes, incluso no sólo opositores sino altos funcionarios y oficiales que trabajaron en la presidencia de Trump coinciden. Nadie menos que el ex jefe del Estado Mayor -los jefes máximos de las fuerzas armadas- cuando Trump fue presidente le indicó al periodista Bob Woodward que “nadie jamás ha sido tan peligroso a este país como Donald Trump”. En su libro recién publicado, Woodward cita a este oficial, el general Mark Milley afirmando que “ahora me doy cuenta que es un fascista total”.
Más de 200 ex colaboradores de Trump durante su presidencia, entre ellos ex altos funcionarios, han declarado que votarán por su contrincante Harris sobre todo para evitar un segundo periodo del magnate. Este mes, el New York Times publicó comentarios de unos 91 ex colaboradores, asesores y aliados, incluyendo líderes militares, jefes de gabinete, legisladores y diplomáticos, señalando que su ex jefe no es apto para el puesto. “Siempre ponía su propio interés y gratificar a su propio ego sobre todo lo demás, incluyendo los intereses del país”, declaró el ex procurador general Bill Barr, solo uno de los ejemplos.
Sin embargo, ni los comentarios cada vez más extremos de Trump -desde la persecución criminal a sus opositores y críticos, a su esfuerzo macartista de pintar a sus contrincantes como “comunistas, marxistas, izquierdosos radicales”, a jugar de que “seré un dictador por un día” y su ataque central de que hay “una invasión de ilegales” desde México, inmigrantes que están “envenenando la sangre de nuestro país” y que comen las mascotas de los estadunidenses-, no están teniendo gran impacto ni parecen molestar demasiado a sus simpatizantes, según las encuestas. De hecho, un sondeo reciente registró que un 70 por ciento de la población ha sido ofendida por algo que Trump ha dicho, pero muchos de estos mismos dicen que podrían votar por él, incluyendo latinos y afroestadunidenses.
“No le presto mucha atención a las noticias”, dice Cristal Bailey, una votante en California, entrevistada por el New York Times. “Pero sé que Trump es honesto. Y sí, un tantito racista, pero siento que podría ser igual de racista que los vecinos de al lado”. Bailey, quien es afroestadunidense, tiene la intención de votar por el poquito racista. Shirley Treviño, una votante latina, comentó al rotativo que se siente ofendida por la manera en que habla Trump de las mujeres, pero agregó, “no me ofenden las cosas que dice sobre los hispanos, porque habla mucha verdad. La gente está llegando aquí ilegalmente, y necesitan someterse al proceso” legal. También votará por Trump.
Los ataques de Trump contra lo que dice es el “establishment” tienen eco en gente que cree que haber sido ignorada por el sistema político y económico, sobre todo los votantes de clase trabajadora sin educación universitaria que han padecido pérdida de empleos manufactureros y temen que el futuro será peor para ellos y sus hijos. En este país, un 65 por ciento de los adultos no tiene estudios universitarios, y ese nivel es aún más alto en estados claves como Arizona, Michigan, Pensilvania y Wisconsin.
“La gran pregunta”, dice la historiadora Ben-Ghiat, es si Trump podría lograr centralizar más poder si es que gana. Durante su primer periodo, líderes militares y políticos dicen que lo limitaron rehusando cumplir órdenes o desviar decisiones peligrosas. Pero Trump ha dicho que realizará un purga de la burocracia federal y sólo nombrará incondicionales, retórica con la cual, según Ben Ghiat está preparando a sus simpatizantes para un giro más peligroso y menos democrático del gobierno. “Se trata de criminalizar la disidencia”, dijo, agregando que “hay un método para esa locura que ha llevado a la gente en un viaje de adoctrinamiento”.
El general Milley, ex jefe del Estado Mayor, reportó que en 2020 Trump amenazó con ordenar el regreso a deberes activos a dos generales jubilados con el propósito de someterlos a un juicio militar por insubordinación. Milley ahora cree que esto le podría ocurrir a él si Trump regresa a la Casa Blanca. “Él es un anuncio caminante y hablante de lo que intentará hacer”, le indicó Milley a Woodward en su nuevo libro War. (Boletín)