Los “sucesos de Vitoria” o la también conocida como la “matanza del 3 de marzo” ocurrió en plena decadencia del franquismo, en 1976, sólo unos meses después de la muerte del dictador Francisco Franco. Aquel, la Policía Armada, que era el brazo represor del régimen, desalojó con violencia la iglesia de San Francisco de Asís del barrio Zaramaga, de Vitoria. En ese lugar se encontraban reunidos en una especie de asamblea masiva más de cuatro mil trabajadores, que mantenían una huelga indefinida desde hacía varios meses exigiendo mejores condiciones laborales. El método de “desalojo” de la policía franquista fue lanzar gases lacrimógenos al interior de la iglesia y disparar contra los manifestantes pelotas de goma y en algunos casos fuego real. El saldo fue de cinco personas muertas y 150 heridos.
Los obreros asesinados forman parte de la memoria de lucha obrera y sindical del País Vasco y son Pedro Martínez, Francisco Aznar, Romualdo Barroso, José Castillo y Bienvenido Pereda. En recuerdo de ellos se colocó un monolito en la plaza colindante a la iglesia, que fue donde se llevó a cabo la concentración y la ofrenda foral, además de leer un manifiesto en el que advirtieron que “la memoria de los asesinatos está muy viva, gracias a la batalla de años contra el olvido institucional que trató de imponerse”.
La marcha la convocaron la Asociación de Víctimas y los sindicatos vascos ELA, LAB, ESK y Steilas, que encabezaron con una pancarta en la que se leía el lema “Hacia un futuro justo (en euskera). Además de las cinco fotografías de los cinco obreros muertos y la palabra “¡Justicia!”.
Durante la manifestación se fueron caldeando los ánimos, después de que un grupo de jóvenes lanzó piedras, bengalas, botellas y huevos a los agentes antidisturbios de la policía autonómica vasca, que finalmente se replegaron para posteriormente reprimir con dureza protesta. La Consejería de Interior del gobierno informó de la detención de cuatro personas, además de que una mujer resultó herida y siete policías con contusiones.